domingo, 11 de enero de 2015

Una València donde la gente pueda ser feliz sin pedir permiso


El pasado jueves día 8 de enero se presentaron oficialmente las candidaturas a las Primarias de Compromís per València en el Centro Cultural La Petxina. El acto nos permitió presentarnos ante el público asistente y ante quienes nos seguían por internet, aportar ideas, compartir visiones de presente y futuro y esbozar el proyecto de ciudad que, en gran medida compartimos todas y todos los que nos presentamos, como ya dije en mi intervención.


El pasado jueves día 8 de enero se presentaron oficialmente las candidaturas a las Primarias de Compromís per València en el Centro Cultural La Petxina. El acto nos permitió presentarnos ante el público asistente y ante quienes nos seguían por internet, aportar ideas, compartir visiones de presente y futuro y esbozar el proyecto de ciudad que tenemos que, en gran medida compartimos todas y todos los que nos presentamos, como ya dije en mi intervención.


Queremos una ciudad sostenible. Durante muchos años, Valencia se ha expandido de forma desmedida, de espaldas a la gente, sin prever los servicios necesarios, perdiendo esencia y razón de ser como ciudad habitable en favor de la especulación y los grandes eventos. Por eso es tan importante impulsar un cambio, por eso todos los candidatos y candidatas de Compromís incluimos en nuestros tres minutos de intervención el concepto de sostenibilidad y, por eso, Joan Ribó volvió a insistir en la necesidad de reorganizar la ciudad y devolvérsela a quienes la viven para que la puedan disfrutar. Este concepto no fue el único en el que coincidimos; la mayoría hablamos de construir una Valencia más participativa, más respetuosa e integradora. Y, reiterando lo que comenté en mi presentación, añadiría un principio básico fundamental: necesitamos una ciudad en femenino.

Saber y explicar lo que queremos es muy importante; tanto como poner en común cómo vemos Valencia, cómo la entendemos. 

Para explicar cómo veo Valencia vuelvo a echar mano de la metáfora del puzle: esa amalgama de piezas diferentes que sólo podrá estar bien ensamblado y formar una unidad si todas y cada una de esas piezas mantienen la armonía, 

de la misma forma que solo podrá ser una ciudad igualitaria, sostenible y participativa si todos sus barrios lo son, si dejan de existir los barrios ricos y los barrios pobres, el centro y la periferia social y económica; si las calles limpias, las zonas verdes, los servicios municipales cercanos y eficientes son una realidad.

Y para que esto ocurra, para que eso que hemos soñado tantas veces se convierta en realidad, Valencia necesita participación, consenso y el mejor gobierno posible. Un gobierno y una administración transparentes y ágiles que cuenten con el compromiso y el trabajo del conjunto de trabajadoras y trabajadores del Ayuntamiento y la complicidad de la ciudadanía. Una administración que gestione la voluntad de los valencianos y valencianas y que trabaje bajo la premisa del servicio público.

Estoy convencida de que entre todas y todos construiremos una ciudad en la que, como decía Benedetti, la gente pueda ser feliz sin pedir permiso.

Queremos una ciudad sostenible. Durante muchos años, Valencia se ha expandido de forma desmedida, de espaldas a la gente, sin prever los servicios necesarios, perdiendo esencia y razón de ser como ciudad habitable en favor de la especulación y los grandes eventos. Por eso es tan importante impulsar un cambio, por eso todos los candidatos y candidatas de Compromís incluimos en nuestros tres minutos de intervención el concepto de sostenibilidad y, por eso, Joan Ribó volvió a insistir en la necesidad de reorganizar la ciudad y devolvérsela a quienes la viven para que la puedan disfrutar. Este concepto no fue el único en el que coincidimos; la mayoría hablamos de construir una Valencia más participativa, más respetuosa e integradora. Y, reiterando lo que comenté en mi presentación, añadiría un principio básico fundamental: necesitamos una ciudad en femenino.

Saber y explicar lo que queremos es muy importante; tanto como poner en común cómo vemos Valencia, cómo la entendemos. 

Para explicar cómo veo Valencia vuelvo a echar mano de la metáfora del puzle: esa amalgama de piezas diferentes que sólo podrá estar bien ensamblado y formar una unidad si todas y cada una de esas piezas mantienen la armonía, 

de la misma forma que solo podrá ser una ciudad igualitaria, sostenible y participativa si todos sus barrios lo son, si dejan de existir los barrios ricos y los barrios pobres, el centro y la periferia social y económica; si las calles limpias, las zonas verdes, los servicios municipales cercanos y eficientes son una realidad.

Y para que esto ocurra, para que eso que hemos soñado tantas veces se convierta en realidad, Valencia necesita participación, consenso y el mejor gobierno posible. Un gobierno y una administración transparentes y ágiles que cuenten con el compromiso y el trabajo del conjunto de trabajadoras y trabajadores del Ayuntamiento y la complicidad de la ciudadanía. Una administración que gestione la voluntad de los valencianos y valencianas y que trabaje bajo la premisa del servicio público.


Estoy convencida de que entre todas y todos construiremos una ciudad en la que, como decía Benedetti, la gente pueda ser feliz sin pedir permiso.




domingo, 4 de enero de 2015

Natzaret también es València

En el barrio de Natzaret por estas fechas no hay luces navideñas, ni un gran árbol decorado en la plaza Aras de los Olmos, ni flores de pascua en los accesos. Lo que si hay es basura acumulada, árboles necesitados de poda y una dejadez manifiesta que sólo se compensa con la iniciativas vecinales por mantener el barrio vivo.


El origen humilde de Nazaret, sus primeros pobladores fueron pescadores y trabajadores del puerto instalados alrededor de un lazareto, parece haber determinado su existencia. Durante muchos años la playa de Natzaret fue la playa de València, somos muchos los que recordamos haber pasado días de mar y sol en el barrio, cuando aún no sabíamos que esos días inolvidables serían además irrepetibles.
Cuando en 1986 el Ayuntamiento de València y la Autoridad Portuaria, deciden ampliar el puerto a costa de la desaparición de la playa de Natzaret. Construyeron un muro que separa el barrio del mar y ampliaron las instalaciones porturarias, a cambio, se comprometieron a ceder un franja verde, donde estaba la fábrica de Moyresa y emprender las acciones necesarias para evitar cualquier riesgo de inundación del barrio con una solución hidraúlica en el viejo cauce del rio. Ninguna de estas compensaciones se hizo nunca realidad, eso sí, los vecinos y vecinas de Natzaret no han vuelto a ver el mar desde sus ventanas.

Ahora el puerto pretende crear un acceso por el camino de la punta lo que, volvería a empeorar la situación del barrio y la de los vecinos y vecinas, creando un aumento de tráfico en zonas escolares y aislando, aún más, el vecindario de las casitas verdes de damnificados de la Punta. 
Pero Natzaret no está solo, su ciudadanía está organizada en la Asociació de Veïns i Veïnes de Natzaret  y forma parte de la plataforma El litoral per al poble, un movmiento que defiende los intereses de la gente frente a los abusos de la administración. Ahora los problemas de Natzaret, sus inquietudes y su condición de huérfano es compartido, eso no empequeñece los problemas pero ayuda a luchar, a organizarse y a tener esperanza.
Es muy probable que Rita Barberá no sepa que paseando por Natzaret  encuentras bares donde cuando preguntas que se puede almorzar te invitan a entrar a la cocina y elegir, y a quien pide vino le dejan la botella en la mesa como muestra de confianza. Es muy probable que no sepa que todavía se huele el mar a pesar del muro, casi seguro que no le han ido con el cuento de que, al encanto natural del barrio se le han sumado ahora las iniciativas de artistas callejeros que han llenado las paredes de vida. Es muy probable que el gobierno municipal  no recuerde que Natzaret también es València. 

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Al 2015 le pido una València más justa, más libre y más nuestra

Se acaba 2014 y con él un año difícil para mucha gente, un año de injusticias y de miseria, de impotencia, de vergüenza y sinvergüenzas. Pero también, no hay que olvidarlo, un año de resistencia, de batallas ganadas y de ilusión por el futuro. No necesitamos un cambio de temporada, necesitamos un cambio de gobierno y de sistema, tomar conciencia de nuestra responsabilidad para cambiar el mundo.

Para mí este ha sido un año de decisiones importantes, de dar un paso más en mi compromiso con mis vecinas y vecinos y con mi ciudad y, puestos a pedir, yo también tengo una lista de deseos para el 2015. No espero que me los traiga el destino, mis deseos para el próximo año son una lista de objetivos por los que merece la pena jugársela.
Mi primer deseo es que nadie pase hambre, que la solidaridad sustituya a la caridad, que todas las personas tengan una vida digna. Quiero que nunca más las fuerzas de seguridad ejecuten la voluntad del poder económico y dejen a la gente sin casa, y a las casas sin gente. Quiero que los que le roban al pueblo los medios y la dignidad asuman las consecuencias y que nunca más nuestra ciudad esté gobernada por alguien que no lo merece.
Quiero que todos los barrios sean el centro de la ciudad y que la policía nos guarde en vez de ser un símbolo de represión. Quiero parques y espacios verdes y limpios, donde los niños y niñas puedan jugar, bibliotecas municipales que sean puntos de encuentro y cultura accesible para todos los públicos. Quiero que las asociaciones, y las plataformas cuenten, que las decisiones que nos afectan como sociedad las tomemos entre todos y todas, que la clase política gestione la voluntad popular y que el funcionariado del ayuntamiento participe de nuestra ilusión y del cambio, porque con su experiencia y su trabajo será mucho más fácil construir una ciudad más justa y mejor.

Y una cosa más…quiero que mi hija, que ha tenido que marcharse de España para poder trabajar, vuelva a casa, que como ella toda la juventud en la que hemos invertido nuestros recursos y nuestra ilusión, pueda desarrollarse profesionalmente sin tener que recurrir al exilio. Quiero que los valencianos y las valencianas recuperemos nuestra ciudad y volvamos a construirla más justa, más libre y más nuestra.

Feliz 2015

lunes, 22 de diciembre de 2014

Orriols también es València



Orriols es un pieza fundamental del entramado de calles, plazas y sobre todo personas que es València, es imposible entender la ciudad sin tener en cuenta este barrio situado al norte, en el distrito de Rascanya. Desde que a finales del siglo XIX dejó de ser un pueblo y se anexionó a València, su historia y su futuro han ido evolucionando a pesar del olvido al que Rita Barberá lo ha condenado durante los últimos 20 años.

De los barrios que conforman nuestra ciudad, Orriols me gusta especialmente, por eso he querido empezar a encajar las piezas del puzzle por aquí, y me gusta porque la voluntad de la gente por convivir y el trabajo de integración que se ha hecho desde las asociaciones, es inversamente proporcional a la desidia a la que les ha sometido el gobierno del Partido Popular


Orriols es el barrio de Valencia con mayor población extranjera. Eso, lejos de convertirlo en un enclave conflictivo, ha hecho de él un ejemplo de multiculturalidad e integración, gracias a iniciativas como el proyecto Orriols Con-Vive, puesto en marcha en enero de 2014 e integrado por las personas y asociaciones del barrio que, desde hace años, realizan una labor importante de organización vecinal y ayuda a las personas con menos recursos. Pero Orriols Con-Vive necesita financiación para poder ejecutar proyectos y mantener el local que ha jugado el papel del centro cívico, cultura y vecinal que nunca ha tenido el barrio. Rita Barberá debe pensar que si aprietas la gente se ahoga y se olvida de que ellos también son València y merecen el mismo trato que el resto de barrios. Afortunadamente la alcaldesa se equivoca, Orriols sigue siendo un barrio lleno de vida, de iniciativas y de sueños, donde las personas han aprendido a organizarse y a decidir como quieren vivir. Sin embargo por muy admirable que sea, por mucho que me guste pasear por el barrio y comprar a peso las legumbres y las especias y encontrar la esencia de siempre en cada rincón, no es justo, los vecinos de Orriols no se merecen el olvido, ni la desidia, ni el poco interés que Rita y Barberá y sus secuaces han mostrado por el barrio.

Por eso exigimos y proponemos más inversiones en Orriols, que el estado de edificios emblemáticos como la Alquería de Albors o la ermita, vayan en la misma dirección que el trabajo y la ilusión de sus vecinos, queremos un centro cívico cultural y vecinal donde las personas que hasta ahora han coordinado los proyectos dentro del barrio puedan trabajar y queremos, en definitiva, que los vecinos de Orriols tengan premio, por la lección de convivencia que llevan años dando.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Tu barrio también es València



      Decía Serrat en la canción Cada loco con su tema, que a él le privan más los barrios que el centro de la ciudad, a mi de València me gustan los barrios, el centro de la ciudad y las pedanías, toda junta, entera. Por eso mi proyecto es un trazado de barrios, una idea común adaptada a cada espacio de la ciudad, porque el encanto de València, su esencia, es la diversidad, son las pedanías y la periferia tanto como las grandes avenidas.

     Como un gran puzzle en el que todas las piezas son imprescindibles y donde todas encajan, nuestra ciudad es el resultado de todos los distritos que la forman. Por eso, siempre he defendido que la sostenibilidad de València debe ser la de todos sus barrios y las luchas y necesidades de cada uno de ellos deben ser compartidas y compensadas. Ninguna pieza es más importante que otra, ni el tamaño ni la situación son determinantes. Si queremos que nuestro puzle, además de encajar, sea equilibrado y justo, hay que tener en cuenta todas sus partes, no olvidarnos de ninguna pieza y para eso necesitamos escuchar a las personas, conocer las asociaciones, querer los espacios y la vida.


     En este blog, donde os iré hablando de la València que quiero, os contaré, sobre todo, lo que me gusta de nuestros barrios, de su gente, de las historias que esconden las calles y los edificios, de las batallas ganadas y de cómo han sobrevivido, algunos, al olvido y la dejadez del Ayuntamiento. También de  sus carencias y sus reivindicaciones, de todo el futuro que hemos de construir juntos.